El programador como cómplice necesario en la obsolescencia programada

El programador como cómplice necesario en la obsolescencia programada
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Aunque la palabra "programada" en la expresión obsolescencia programada en principio no tiene nada que ver con el desarrollo software, sí que existen casos en los que un dispositivo no envejece prematuramente por su desgaste, sino porque dejan de desarrollarse aplicaciones específicas para ellos.

Es el caso de Symbian y MeeGo, que desde el 1 de enero no admiten nuevas aplicaciones en su tienda. O el de Apple, que desde el 1 de febrero exige que todas las nuevas actualizaciones estén optimizadas para iOS 7.

Symbian y MeeGo, crónica de una muerte anunciada

La apuesta de Nokia por Windows Phone ha provocado que los finlandeses den el golpe de gracia a sus dos plataformas propias. A partir de ahora, el desarrollador que desee publicar nuevas aplicaciones o actualizar las ya existentes, tendrá que distribuir los paquetes por su propia cuenta, firmándolos con su propio certificado y buscando nuevos medios para avisar de las actualizaciones, ya sea integrando esta notificación dentro de la propia aplicación, o mediante recursos externos como listas de correo.

Dicho de otra manera: más trabajo para que el programador pueda llegar a un público considerablemente más reducido. De este modo, cuando algunos programadores dejen de actualizar sus aplicaciones, los usuarios sentirán que su móvil (aún perfectamente operativo), ya no es tan útil como los enormes smartphones actuales. Se le acaba empujando a cambiar de dispositivo para acceder al software más reciente, a pesar de que su aparato siga siendo capaz de ejecutarlo. Y probablemente muchos señalen al programador que por falta de tiempo, de retorno de la inversión o por simple desidia, decidió no seguir desarrollando para estas dos plataformas.

Apple sigue volcando la balanza hacia iOS 7

A los de Cupertino no les gusta tener a su clientela fragmentada, es algo bastante conocido. Y si para eso tiene que rechazar todas las aplicaciones no optimizadas para iOS 7, pues lo hace tan tranquilamente.

Es cierto que este caso tiene una ligera diferencia con el anterior: siempre que la aplicación esté adaptada a iOS 7, no importa si las versiones anteriores están soportadas o no. Por tanto, el peso de la decisión recae más sobre el programador, que tendrá que elegir entre desarrollar pensando sólo en iOS 7 o tener también en cuenta las versiones 6, 5 y 4.

La limitación viene por la versión de XCode utilizada. Para programar en iOS 7 es necesario contar con XCode 5, que presenta las siguientes restricciones:

  • Mínima versión de iOS contra la que compilar: 4.3

  • Si se ejecuta en arquitecturas arm64, la versión mínima para compilar es iOS 5.1.1

  • Sólo está instalado el simulador de iOS 7

  • Sólo se pueden descargar simuladores de iOS 6 y 5 (limitados además según el sistema operativo de la máquina donde se ejecute)

A la larga, el programador lo tiene difícil para compilar y probar su aplicación en iOS 6, y casi imposible para iOS 4 y 5. O lo que es lo mismo, se sentencia al iPhone 3GS, al iPad original y a las cuatro primeras generaciones de iPod Touch al ostracismo de las aplicaciones desactualizadas e inoperativas.

El programador, en el punto de mira

Con esta estrategia, las grandes marcas consiguen que no siempre se les culpe a ellos, ya que la elección de los creadores de aplicaciones no será uniforme.

¿Por qué Dropbox ya no da actualizaciones para mi sistema operativo mientras otras aplicaciones sí lo hacen?
Este tipo de pregunta, perfectamente válida por parte del usuario, le hará pensar que da igual el móvil o plataforma que utilice, ya que el creador de la aplicación sólo se preocupará por la última versión.

Por tanto, es probable que a la hora de comprar nuevo hardware no piense en abandonar a Nokia, Apple o quien corresponda. Han sido algunos desarrolladores concretos los que le han fallado y a lo mejor su opción pasa por instalarse otro software alternativo antes que buscar una plataforma que mantenga y facilite la compatibilidad hacia adelante.

Mientras, el desarrollador tendrá que elegir entre dejar de lado a algunos usuarios, o hacer malabarismos para conseguir atenderlos a todos, aunque esta última opción le suponga un sobresfuerzo y probablemente tardar más en sacar actualizaciones que cubran las necesidades de su base de usuarios.

Así es como se convierte al programador en un cómplice o colaborador necesario de la obsolescencia programada. Haciéndole pensar que puede elegir entre seguir la corriente o luchar contra la filosofía de una gran marca.

Pero esto no es obsolescencia, sólo es avance de la tecnología. ¿O sí lo es?

La obsolescencia, como concepto independiente, consiste en la pérdida de uso o funcionalidad que convierten a un artículo en algo anticuado. Estamos acostumbrados a pensar que ésta está programada cuando el desgaste o rotura de los elementos físicos están previstos de antemano para que se produzcan en un periodo muy corto.

Pero un smartphone no sólo se queda anticuado porque se rompan sus partes físicas. Un móvil que, pese a tener las capacidades hardware intactas, ya no puede ejecutar la versión apropiada de sus aplicaciones, en seguida es visto como algo obsoleto. No es una cuestión de moda si la última versión con la que cuenta tiene fallos de seguridad conocidos, o si quizá ya no es capaz de comunicarse con la versión que utilizan el resto de sus amigos.

Los teléfonos inteligentes ya no son dispositivos para hablar, sino para acceder a Internet, escuchar música y, sobre todo, ejecutar aplicaciones. Y en el momento en que las empresas introducen cambios para dejar atrás a todo un sistema operativo con año y medio de antigüedad, se puede decir que esta obsolescencia no es orgánica, sino que ha sido dirigida a propósito.

En Genbeta | La tienda de Symbian y MeeGo ya no admite nuevas aplicaciones En Applesfera | Se acabó: todas las nuevas aplicaciones tendrán que estar optimizadas para iOS 7 a partir del 1 de febrero

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