El día después de la protesta todas las miradas están puestas en el senador Harry Reid

El día después de la protesta todas las miradas están puestas en el senador Harry Reid
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El día después de la protesta todas las miradas están puestas en el jefe de la mayoría en el Senado, el demócrata Harry Reid, que puede mover ficha y anunciar oficialmente la suspensión de la votación de la "legislación antipiratería" - en el Senado es la PIPA - prevista para el día 24 y formalizar con este gesto la apertura de una nueva etapa de diálogo entre todas las partes (políticas y civiles). Un gesto que le puede venir forzado, aunque es una roca, ya que cada "minuto" salta un senador del barco.

El problema Reid es que es el principal "incentivado" con los fondos políticos de las corporaciones empresariales que apoyan la versión dura de la SOPA. Sin contar las transferencias de la AT&T que sigue siendo la empresa de EE.UU que más dinero entrega a los candidatos. Le siguen la Asociación Nacional de Agentes Inmobiliarios y los señores de Goldman Sachs.

¿Quién es el mayor beneficiado por los fondos electorales de la AT&T? También Harry Reid. ¿Quién amenazó a Obama con no invertir en "redes" si aprobaba la "Neutralidad de la Red"? La AT&T. La misma compañía cuyo logo brillaba en el maletín que se entregaba a los delegados en la última Convención del Partido Demócrata. Un regalo de la Telefónica que también financió el servicio inalámbrico de la Convención. Sin olvidarnos del cheque de más de un millón de dólares que AT&T entregó en "recepción" para poder tener acceso a los cargos electos que participaban en la "fiesta".

El "abuelo" Harry está considerado un demócrata moderado (entre centrista y conservador) siempre capaz de forzar el pacto bipartidista y de seducir a los colegas del partido para que suavicen sus posiciones cuando chocan con ciertos intereses. Un bipartidista del viejo lobby (en apuros) cuando las palomas de la paz digital plantan cara a los halcones del copyright en los dos partidos y en el Ala Oeste de la Casa Blanca, aunque sea por instinto de supervivencia política. Como en La Moncloa pero al revés.

Foto | Brian Finifter

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